martes, septiembre 29, 2015

Gusto "altamente culposo"

Tras años de lucha infructuosa por convencerme de que las corridas de toros son primitivas, y que por asistir a ellas soy un asesino en potencia y mis hijos pequeños psicópatas, mi muy querida y vieja amiga vegetariana aceptó que nunca había asistido a la plaza de toros.
- Iré contigo, pero solo una vez- advirtió- y así tendré más elementos para demostrarte que tengo la razón, ja.
Y fue así que después de chutarse en absoluto silencio los seis de la tarde y de mantener los ojos como platos todo el festejo, al salir del coso le pregunté qué opinaba de la corrida.
- Agus, me avergüenza decirlo, así que sólo lo diré una vez. Aclaro que esto no cambia mis convicciones y debes prometerme que ¡Nunca! ¡Pero nunca se lo vas a decir a nadie! ¿OK?
- Está bien, lo prometo, nunca se lo contaré a nadie.
- Lo que presencié ahí... ¡Fue uno de los espectáculos más hermosos y excitantes que he visto en la vida...! Y volveré a venir porque necesito... No sé... ¡Estudiarlo....!
Y cumplí, nunca se lo dije a nadie... Aunque me autorizó publicarlo con la condición de proteger su identidad y de reconocer públicamente que, hoy en día, ella sabe de toros mucho más que yo.

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