La tele se descompuso mi primer día de vacaciones. La comprensiva esposa de inmediato preguntó:
- Y ahora, ¿qué vamos a hacer?
- Mmm, pues no sé, quizás podríamos tener otro bebé, fundar una nueva religión, buscar el liderazgo de la izquierda, o ¡Revolucionar la literatura mexicana!
- Ajá… saca la tarjeta y vamos por una tele.
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