viernes, noviembre 02, 2012

Día de muertos y de bullying

Cuando la vecina sobreprotectora se acercó a pedirnos apoyo porque su hijo sufría bullying en la escuela todos cerramos filas para resolver el problema de moda: El maestro procuró sensibilizar a los alumnos con videos de última generación, los padres hablaron con sus hijos y algunos hasta los castigaron por maldosos, el director organizó un ciclo de conferencias para todos, yo mismo proporcioné folletería del CONAPRED, con lo que me gané el momentáneo respeto y admiración de la comunidad, los gandallas del salón dejaron de molestar al niño y lo integraron a las cascaritas de futbol. Vaya, hasta mis hijos, que son más raros, tuvieron que apechugar y hacerse amigos de la víctima, quien pasó varias tardes en casa hasta que mi pequeña le dejó muy en claro que no tenía ningún interés en ser su novia con una patada en... bueno, pero esa es otra historia.

El caso es que fueron meses de trabajo con resultados sorprendentes, que culminarían anoche con la integración del niño en el grupito que iría a pedir calaverita en la colonia. Pero créanme que es muy difícil convencer a una horda de chamacos zombies, vampiros, monstruos, brujas y lloronas de integrar a uno de once años que llega vestido de calabacita, junto a una madre que orgullosa presumía lo bien acabado que le había quedado el tallo del gorrito.

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