Tras su mala suerte como joven empresario, artista, deportista y estudiante, mi vecino adolescente, el Juanjo, decidió entrar al rentable negocio de pasear perros. Todo iba bien hasta que el sábado pasado cayó en desgracia... y yo fui testigo de todo...
Esa noche tocó a mi puerta para pedirme que lo acompañara y le contara a los vecinos cascarrabias lo ocurrido.
- Es que don Lalo no me cree- se lamentaba.
- ¿Pues qué le dijiste?- Y que se arranca. Claro que todo era verdad, me consta porque estuve presente cuando pasó.
Efectivamente, era cierto que Juanjo paseaba despacio con seis perros, entre ellos Manchitas, el bull terrier latoso de los vecinos cascarrabias.
También era cierto que Juanjo los mantenía lo mejor posible junto a la pared mientras andaba por la banqueta, a pesar de que Manchitas y su energía le dificultaban la tarea.
Por increíble que parezca, pero absolutamente cierto es que Manchitas había brincado intempestivamente y sin motivo al arroyo vehicular, que lo hizo justo cuando circulaba imprudentemente una camioneta, que Juanjo había jalado la correa lo más rápido posible pero la fuerza del perro lo tiró al piso y no pudo evitar que una llanta delantera le pasara por el lomo a Manchitas justo cuando emprendía la carrera, que desde el suelo y peligrosamente cerca de la camioneta dio un segundo jalón para sacar al perro y evitar que la llanta trasera lo rematara, que desesperado lo tomó en sus brazos y se lanzó como pudo hasta la veterinaria de la otra cuadra, aunque el latoso Manchitas ya no tuviera remedio.
- ¿Eso quieres que les cuente?
- Si, por favor, es que están muy enojados conmigo y no me creen.
- ¿No quieres que también les diga que ibas en bicicleta, que le habías quitado el seguro a la correa extendible del perro y que además de llevar otros cinco le cargabas la bolsa a la chavita que te gusta?
- Bueno... es que yo creo que no es necesario contarles tantos detalles, digo ¿Como para qué preocuparlos de más?
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