El chiapitas recién se integraba al ambiente de la UAMI cuando...
- ¡Ese mi Agus! ¿Me prestas una novela? Es que quiero comenzar a leer, pero una que no esté muy grande porque luego me da sueño.
- Va, toma esta, La tregua, de Benedetti.
Varios días después
- Oye, ¿tienes la dirección del buey de la novela? es que quiero escribirle una carta.
- No la tengo.
- No manches ¿A poco no lo conoces?
- Pues no, pero igual y escribe a la editorial y ahí te dicen qué transa para escribirle a Benedetti.
- No, pendejo, no quiero escribirle al del nombre que está ahí, yo te digo del cabrón que sale en la novela, al que se le murió su novia, le voy a escribir para decirle que conozco su historia, que yo lo comprendo y que también lo apoyo.
- No mames, ese buey no existe, es un personaje.
- ¿Cómo que no existe? ¿Y entonces la novela qué? Si ahí cuenta todo lo que le pasó.
- Pero es una novela, chiapitas, lo que pasa en las novelas no tiene que haber sido cierto, no seas buey.
- ¡Entonces eres un pinche mentiroso! ¡Me diste a leer puras mentiras y yo creí que eras mi amigo! ¡Y ahí estoy yo de pendejo creyendo lo que dice tu pinche libro! ¡Vete mucho a la chingada!
A casi veinte años, aun conservo aquel ejemplar de La tregua que sobrevivió a la furia del chiapitas.
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